El
Manifiesto Argentino y el Estado de la Nación
1.
Crisis, estafa, gobierno, poder y capitalismo salvaje
A mediados de 2017 lo
que vive la República Argentina no es una crisis; es el resultado de una estafa
política gigantesca que, en forma de crisis social generalizada, destruye todos
los logros alcanzados trabajosamente por nuestro pueblo en lo que va del Siglo
y el Milenio.
El pueblo
argentino, sufrido y laborioso, padece día a día las consecuencias de las
decisiones del grupo gobernante, que se enriquece y beneficia con medidas que
sólo producen desempleo masivo, censura y represión, desindustrialización, inflación
descontrolada, endeudamiento irresponsable, desmemoria y revanchismo, y un
deterioro alarmante en materia Educativa, de Salud Pública y de Previsión
Social.
Las políticas de
fuerte sello neoliberal que aplica el gobierno de Mauricio Macri debilitan
severamente las instituciones republicanas, y afectan todas las conquistas
sociales alcanzadas en el último siglo y ponen en peligro la paz.
En esencia son las mismas políticas que padecen países
hermanos de la región, e incluso del mundo. La restauración conservadora
como hecho regional comenzó con los intentos de golpes de estado a Hugo Chávez
y a Manuel Zelaya, y continuó con las innumerables intentonas destituyentes que
nuestro país padeció por lo menos desde 2007, que arrasaron después con la democracia
brasileña, y que aún resisten las experiencias de Evo Morales en Bolivia y, es
de esperar, la de Rafael Correa continuada por Lenin Moreno en Ecuador. Estos
ataques evidencian la intención de destruir lo logrado por nuestra Patria
Grande, la unión de sus pueblos en su destino común de realización continental.
Lo cierto es que la
irresponsabilidad de este gobierno, claramente oligárquico, condena día a día a
las instituciones de la Democracia, a la Ciudadanía y en particular a los
mayoritarios sectores populares, a la destrucción de las raíces de la
nacionalidad y a una degradación inadmisible como Nación.
Por eso como en 2001/02, y como en 2015/16, en muchos puntos del territorio
nacional miles de ciudadan@s nos ponemos de pie y constituimos EL MANIFIESTO ARGENTINO, para, en primer
lugar, definirnos frente a la destrucción que se intenta y ejecuta en
nuestro país.
La situación real
es visible y palpable para cualquier mirada sensible y sincera, y exige de
nosotros –ciudadan@s decentes, trabajador@s, profesionales, empresari@s y
estudiantes de todos los orígenes ideológicos– un decidido y firme rechazo, a
la vez que nuestra disposición a la lucha política, pacífica y de principios,
con espíritu patriótico, para acabar con este gobierno por medio de la única
arma republicana, que es el voto de la ciudadanía.
El estado de la
República evidencia que el modelo ideológico-económico neoliberal impuesto a la
Argentina en los años ´90 del siglo pasado, y que desde finales de 2015 se
repite calcado y agravado, no sólo es implacable en materia socio-económica
sino que engaña y enferma al pueblo argentino con un discurso mediático-publicitario
agresivo y conservador que lo presenta falsamente como moderno, y disimula que
está exclusivamente al servicio de los ricos, los poderosos, los corruptos y
los especuladores, y en contra de un pueblo que ha dado y sigue dando infinitas
pruebas de ser pacífico y trabajador.
La situación
evidencia también que las importantes transformaciones llevadas adelante por los
tres gobiernos kirchneristas –con todos los reconocibles logros alcanzados en
beneficio del Pueblo y la autodeterminación, la inclusión social, la
reindustrialización y la dignificación del trabajo de l@s argentin@s– no fueron
suficientes o no tuvieron todas la consistencia necesaria, la profundidad y
convicción en algunos casos, para asegurar la continuidad del rumbo correcto.
Desdichadamente,
hoy vemos que la dirigencia de "Cambiemos" estafó al pueblo argentino,
y en particular a quienes los votaron. Sólo así pudieron superar los guarismos electorales
que la derecha tradicional ha tenido históricamente en el país.
Prometieron
mantener las conquistas fundamentales de la década anterior, pero apenas
asumieron comenzaron el desmantelamiento de todas. Y ahora imponen una recesión
planificada que sólo beneficia sus intereses de clase, cuyas consecuencias
sociales están ya a la vista y encima yendo a fondo en la destrucción de la educación
pública, gratuita y obligatoria, así como de la salud pública universal y
gratuita, mediante escandalosos proyectos empresariales que brindarán educación
y salud sólo a quienes puedan pagarlos.
Pero lo más grave
es que se sostienen todavía gracias a su alianza con los grandes medios de
comunicación hegemónicos, de los que dependen y a los que sirven obscenamente,
con cínico desinterés frente a la realidad del país, la cual niegan y ocultan
diariamente. Cuentan para ello con un periodismo estafador, que en lugar de mostrar
el retroceso social, económico y político, se ocupa neuróticamente de lo que
llaman “pesada herencia”, con el único afán de silenciar la corrupción
generalizada del gobierno que les paga.
La Argentina real de
estos días se acerca a un abismo económico porque es evidente que la
promocionada "grieta" –más allá de las divisiones que siempre
existieron en la Argentina como en cualquier otro país– es parte y sirve al
plan político del neoliberalismo y su capítulo de la derecha argentina: la
alianza del PRO con el radicalismo claudicante, el poder financiero y el
sistema multimediático híperconcentrado. Esa estrategia buscó y logró dividir a
nuestro pueblo, y debilitarlo y manipularlo en función de sus intereses.
Es así como la República
Argentina está hoy frente a un gobierno que concentra la riqueza y el poder mientras
impulsa la despolitización de la sociedad y reduce drásticamente la democracia.
Llevan a amplios sectores de nuestro pueblo al desánimo, y a muchos jóvenes al renovado,
enfermizo deseo de irse del país. En todos los órdenes están modificando
negativamente la vida del pueblo trabajador, provocando un retroceso social,
laboral y de dignidad nacional impresionante y notorio.
Pero además ese
modelo de país que impulsa el neoliberalismo gobernante no es solamente ni sobre
todo un proyecto económico; es un verdadero proyecto político cuyo objetivo
final es un cambio cultural profundo consistente en la disolución de la autoestima
nacional y de la comunidad como colectivo solidario y con intereses comunes
en los que el desarrollo, el trabajo, la educación, la salud y la felicidad de cada
un@ están unidos indisolublemente a la suerte del conjunto.
Por eso el paradigma
que proponen tiene al "éxito" como objetivo individual. Ser pobre o ser
rico es para ellos una elección. Ser trabajador o depender de un plan social
también. Así el mercado es el gran regulador de la economía, como de la
educación, la salud y la cultura. En esa idea de capitalismo salvaje, el motor
de las sociedades es el emprendedorismo egoísta. Por eso un gobierno parido en
tal matriz ideológica necesita agredir toda conciencia nacional, borrar la
memoria de sus luchas, logros y tragedias, y desnaturalizar y fragmentar la
escuela pública, no sólo para mercantilizarla sino para neutralizarla como
promotora de un cuerpo nacional de ideas comunes.
Semejante agresión
necesita de la censura y la autocensura para volver al discurso único e
incuestionado. Por eso despide a trabajador@s por su orientación política o
ideológica, "limpia" al Estado de "anomalías populistas de
izquierda", sueña y propone una Universidad ligada a las necesidades de
las grandes corporaciones y no al pensamiento nacional, la ciencia y la técnica
para el desarrollo autónomo. Necesita desesperadamente extirpar toda
posibilidad de pensamiento crítico.
Ésa es la cara
brutal de este Estado en manos de gerentes y corporaciones, y en el que la
persecución preventiva de dirigentes políticos y sociales busca escarmentar y
aterrorizar a la población ideológicamente más vulnerable. La detención de
Milagro Sala y el acoso judicial y mediático contra la expresidenta Cristina
Kirchner y varios dirigentes sindicales rebeldes son ejemplos del sistema
represivo neoliberal.
Lo disimulan con
cínico discurso republicano al mismo tiempo que pisotean la Constitución y las
instituciones, nombran Jueces de la Corte Suprema por decreto, se saltean
concursos públicos y persiguen a magistrados para que renuncien y así ellos
poner a sus acólitos en los juzgados. Achican la democracia, la libertad, la
participación popular. Son violentos y autoritarios. Es una derecha totalmente irresponsable
frente al país real.
Esas dirigencias antinacionales y antipopulares ya manejaron nuestro país en
dictaduras y en los años '90 del siglo pasado pero no consiguieron
completamente sus objetivos. Por eso ahora que gobiernan gracias
al voto de una mitad de la ciudadanía vuelven a desmantelar rápidamente el
patrimonio público argentino: la educación, la salud, la previsión social, la
industria, la banca pública, los transportes, el petróleo, el manejo de granos
y de carnes, la electricidad, el gas, las aguas corrientes y los servicios
sanitarios, las telecomunicaciones y las tecnologías digitales, la
investigación científica y técnica y mucho más.
En sólo 18 meses
han dejado sin trabajo a un millón de argentin@s, rebajaron todos los derechos
laborales y aumentaron la pobreza. Vuelve a haber hambre en la Argentina
mientras ellos destruyen la producción, el empleo y el crédito, y corrompen
todas las formas de organización constitucional, incluída la Justicia.
2. El Pueblo de la Patria resiste y construye unidad
en la lucha
Frente a un despojo
de semejante tamaño y gravedad, el Pueblo Argentino está empezando a reaccionar
porque la situación se agrava día a día y exige respuestas cívicas claras,
democráticas y pacíficas.
Claro que esta
reacción demandará todavía un tiempo difícil de precisar y una militancia política
constante, lúcida y unida, pero lo interesante y valioso es que se aprecian variadas
formas de resistencia en todo el arco social. Trabajador@s, docentes,
profesionales, estudiantes, científic@s y las pymes y las empresas nacionales
que todavía quedan, protagonizan cada día pequeñas y grandes luchas y
movilizaciones no sólo en la Ciudad de Buenos Aires. Toda mirada federal y
completa del país da cuenta del crecimiento del reclamo popular en todo el
territorio.
Esas formas de movilización
y reclamo han sido y son de tal magnitud que el gobierno y los medios
hegemónicos se vieron forzados a marchar también ellos por las calles. Pero la única
concentración en favor del gobierno, en Buenos Aires, lució muy pobre. Y así el
respaldo del gobierno y el enorme aparato propagandístico resultaron poca cosa
frente a los millones de compatriotas que se movilizaron el último año contra
los tarifazos, los cortes de luz y los despidos, y que explotaron las calles cuando
la marcha federal educativa, la de estudiantes y científicos, las marchas por
#Niunamenos, la realización argentina del Paro Internacional de Mujeres, las movilizaciones de las dos CTA, la convocada por
la CGT, el Paro Nacional y el repudio al indulto encubierto a genocidas que
dispuso la Corte Suprema.
Ese camino –la
movilización– parece ser el imprescindible para expresar fehacientemente la
voluntad popular en sus reclamos de freno a las políticas de ajuste.
Y ello, a pesar de
que cierta "oposición" y much@s legislador@s votados desde el campo
nacional y popular han practicado un colaboracionismo vergonzante con las
políticas del gobierno, lo cual puso en cuestión, una vez más, el problema de
las representatividades políticas. El gobierno maniobró en el Congreso, donde
es minoría, y con el argumento de la "gobernabilidad" logró hacer
pasar leyes necesarias para sus políticas neoliberales y su disciplinamiento a
potencias extranjeras y al capital financiero. El pago a los fondos buitres,
las autorizaciones para el endeudamiento masivo, la aprobación de los pliegos
de los Jueces instaurados por decreto, son parte de ese capítulo vergonzoso del
Parlamento.
Como sea, el
crecimiento de la resistencia y del genuino arco opositor seguramente se verá
reflejado en el Congreso Nacional y en las legislaturas provinciales tras las
elecciones de octubre. Hasta que las luchas populares definan y logren la
Reforma Constitucional que El Manifiesto
Argentino propone y que modificará democráticamente al actual sistema
solamente representativo, transformándolo en uno representativo-participativo
en el que la voluntad popular cuente y controle.
El proceso de
degradación institucional que impulsa el neoliberalismo, con el consecuente
achicamiento de la democracia y el crecimiento del autoritarismo, un poder
real que dirige y sostiene a la alianza macrista-radical
gobierna sin someterse a elecciones y sin las responsabilidades y
controles que exige la ley al poder político. Así entregan el patrimonio
nacional y acrecientan el endeudamiento masivo, mientras debilitan el sistema
jubilatorio y el fondo de garantías con el objetivo de privatizarlos total o
parcialmente.
Un proyecto
nacional y popular debe apuntar a la mejor distribución de la riqueza, a la
justicia igualitaria, a la soberanía plena sobre los recursos naturales y la
tierra y mucho más, y para ello necesita imperativamente edificar una
institucionalidad diferente, basada en un nuevo tipo de democracia sustentada
en la participación activa del pueblo. Para lo que es fundamental e ineludible un debate nacional sobre el futuro
argentino que conduzca a nuestro pueblo a un nuevo Contrato Social. Esto es, una nueva Constitución Nacional nacida del
debate popular y no sometida a los ámbitos recoletos del siempre inmutable poder
conservador.
3. La Reforma Constitucional, base de un nuevo
proyecto de país
El viejo mandato de
que "el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de sus representantes"
es una fuerte y verdadera traba al proyecto democrático.
La democracia
participativa no puede consistir solamente en enunciados o institutos de
participación que no se usan, porque las élites los cierran como reaseguro de
su poder. Debe ser, en cambio y cuanto antes, la base y columna vertebral del
nuevo sistema constitucional.
Parte central de
ese nuevo contrato social es la transformación profunda del vetusto poder
judicial que todavía hoy y en enorme mayoría garantiza la transferencia de
riquezas de los sectores productivos a los concentrados, así como la pérdida de
derechos básicos de la población. Es ya insostenible que las cláusulas
programáticas constitucionales sean apenas deseos que no se cumplen y que nadie
se siente obligado a construir. Esa mayoría del llamado "poder judicial"
es la expresión más acabada y retrógrada de los sectores conservadores y
neoliberales de la oligarquía.
Si
bien es cierto y destacable que parte del avance de los juicios de lesa
humanidad y sobre el genocidio se debe a fiscales, jueces y tribunales probos y
valientes, también es necesario señalar que las demoras en los juicios y en las
sentencias, así como el dificultoso avance hacia los socios y mandantes civiles
de la dictadura, se deben a la compacta mayoría conservadora que se apoderó hace
muchas décadas de la administración de justicia en la Argentina. Por eso El Manifiesto Argentino vuelve a pronunciarse
por la continuidad de los juicios de lesa humanidad, y el juzgamiento y condena
a los co-responsables empresariales, financieros, mediáticos, religiosos y
civiles del Terrorismo de Estado. Y denuncia
una vez más el atropello al Estado de Derecho que significa la acusación y mantenimiento
en prisión preventiva de Milagro Sala, muestra de autoritarismo, arbitrariedad
y arrasamiento de las básicas garantías procesales, hoy transformadas en
instrumentos de castigo y venganza clasista a los opositores.
Por todo ello El Manifiesto Argentino se pronuncia,
una vez más, incondicional e
irrestrictamente por una Argentina sin presos políticos.
La transformación constitucional
debe ser profunda, y muy especialmente en la construcción de un nuevo Servicio
de Justicia, moderno, basado en concursos públicos de oposición y antecedentes,
que en la emergencia reformista deberá ser fiscalizado y evaluado con la
concurrencia y auxilio de jueces, juristas y académicos de todo el mundo,
reconocidos internacionalmente y capaces de interactuar en audiencias públicas,
para garantizar en cada caso debates y decisiones transparentes. Y en el Caso
de las Cortes Supremas, nacional y provinciales, tales concursos se
perfeccionarán mediante la elección de los mejores candidatos a las más altas
magistraturas por voto popular.
4. Las claves para una Alternativa Argentina.
Desde finales de
2016 El Manifiesto Argentino viene
convocando a una Confluencia Nacional y
Popular como vía de unión del campo nacional y popular con miras a las
elecciones legislativas de Octubre de este 2017.
La dura agresión
que sufre el país a manos del gobierno PRO-Radical y de las corporaciones que
lo encumbraron y sostienen, exige de la ciudadanía democrática poner en el
centro de la actividad política y social una estrategia electoral que, cargada
de espíritu patriótico, facilite el proceso de unidad en la diversidad. Es
absolutamente necesario, y urgente, trabajar con plasticidad y altura en el
armado plural de las identidades políticas, sociales y culturales con el
objetivo superior de reconstruir la posibilidad de un gobierno popular,
democrático y transformador.
En consecuencia, El Manifiesto
Argentino llama a resistir la disolución nacional construyendo, con
capacidad de generar una alternativa argentina al neoliberalismo y al
conservadorismo, lo que denominamos Confluencia
Nacional y Popular, capaz de desarrollar formas participativas de poder
democrático, revertir las expropiaciones de derechos impuestas por la "revolución
de ricos" que significa "Cambiemos"; profundizar las mejores
medidas y conquistas que legaron al pueblo argentino los tres cuatrienios
kirchneristas, y concretar aquellas que no se consiguió realizar.
Esta construcción significará
un verdadero cambio democrático y es, sin dudas, la gran tarea de la presente
etapa histórica. No representa sólo el nombre de un frente electoral –que puede
ser el que proponemos u otro que se acuerde con las demás fuerzas democráticas del campo
nacional y popular– sino una bien definida
estrategia de poder, una poderosa coalición o frente electoral capaz de afrontar
con inteligencia el enfrentamiento político-cultural-económico con el bloque
hegemónico. Por eso nuestra propuesta es generosa, ya que no apunta a
diagnosticar mejor, ni a “academizar” la política, sino a luchar unidos e
inteligentemente por el poder.
Por eso la Confluencia que planteamos presupone la
unidad amplia, diversa y plural. Nuestras tácticas políticas se mueven en esa
dirección. Las elecciones de octubre de 2017 son una clave para gestar un
frente que en 2019 derrote definitivamente al neoliberalismo y su proyecto
explícito de más ajuste desde ahora mismo.
Cada experiencia,
cada identidad política popular es necesaria en esa Confluencia. La amplitud no
es una concesión, sino una necesidad. Tampoco la unidad debe interpretarse como
disciplinamiento, puesto que el debate sobre los rumbos del país es parte de la
fortaleza del movimiento popular, y no su debilidad.
El Manifiesto Argentino se pronuncia por una renovación constante de la
dirigencia política y social. Y considera necesario que los candidatos expresen
coherencia con los planteos programáticos, para de ese modo no repetir errores que
lesionan las formas democráticas de elección o aquellas que aúnan a quienes son
nacionales y populares durante las campañas pero luego acaban siendo colaboracionistas
del saqueo neoliberal. Las PASO son un momento indispensable a condición de que
puedan no solo seleccionar representantes, sino discutir propuestas y programas,
y sobre todo consolidar la unidad y protagonismo en las generales de todos los
que participaron. También para todo esto es imprescindible plasmar la
Democracia Participativa.
5. El Manifiesto Argentino en el presente nacional y
popular
Somos un IDEARIO
en manos de un movimiento político llamado El
Manifiesto Argentino.
Nuestro IDEARIO propone transformaciones profundas
del sistema.
Nuestro movimiento trabaja para construir el poder
democrático para lograrlas.
Nuestras
puertas están abiertas a tod@s l@s patriotas que sueñan ser parte y
protagonizar un país más igualitario, más libre, con más y mejor democracia y con
justicia plena.
Unimos las mejores
tradiciones nacionales y populares en nuestras filas: peronistas, radicales,
socialistas, comunistas, creyentes y no creyentes, obreros y empresarios,
profesionales, científicos, estudiantes, chacareros, artistas, intelectuales,
comunicadores y cuentapropistas. Nos definimos en el contenido de nuestras
propuestas y en la forma de tomar decisiones desde una concepción profundamente
democrática.
Por nuestra
concepción federal y latinoamericana del país y de nuestra organización, concebimos
la militancia como convicciones en acción en cada pedazo del territorio
argentino. La concebimos como una de las actividades más nobles de una comunidad,
entendida no como carrera en beneficio propio, sino como servicio a la
comunidad, a la Nación de la que somos parte.
Sabemos que se nos
dirá idealistas, y se dirá también que la política moderna no es construcción
sino solo exposición mediática. El
Manifiesto Argentino asume igualmente esta concepción militante y
colectiva, generosa y abnegada, convencid@s tod@s de que formamos parte de un
colectivo orgulloso de su conciencia nacional y popular, y decidid@s a actuar
en defensa de la Patria y para construir en común su futuro.
Igual que
sostuvimos hace años, quizás el gran error que reiteradamente hemos cometido
much@s argentin@s consistió en dejar que grupos sectoriales mezquinos e
inmorales, del campo político y económico, mediático y judicial, monopolizaran
las decisiones. Por mantenernos fuera de esas componendas, y porque elegimos
seguir siendo honrad@s trabajador@s, la inmensa mayoría de l@s argentin@s no
nos involucramos como hubiéramos podido y, quizás, debido.
Sabemos que, así como se ha modificado
negativamente la vida nacional en menos de un año, más temprano que tarde el
Pueblo Argentino va a recuperar los resortes del poder institucional, con igual
o mayor, y mejor decisión que entre los años 2003 y 2015. La democracia puede
ser revolucionaria y estará en nosotros plasmarlo. Por eso, y adelantándonos a cuestiones
y modos que exigirán profundas y urgentes medidas y decisiones, El Manifiesto Argentino viene
advirtiendo y anunciando: Si destruyen el país por decreto, por decreto será
la restauración.
Los campos de la
política no están fragmentados hoy por identidades políticas. Ya no caben los
viejos enfrentamientos peronistas-antiperonistas, ni populistas-radicales. Hoy
las opciones verdaderas son distribución o concentración, inclusión o
exclusión, ampliación o eliminación de derechos, en definitiva, la opción de
hierro es Pueblo u Oligarquía
¡VIVA
LA PATRIA!
¡VIVA LA PATRIA GRANDE!
El Manifiesto Argentino
En la Ciudad de Santa Fe, 3
de junio de 2017.
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